En diciembre de ese mismo año, una pequeña protuberancia en su cuello se transformó rápidamente en una masa más grande. Fue esa una señal de alerta. “Me empezó a salir como una alverjita, superpequeñita y, de la nada, terminó siendo gigante —describe Jhoana—. Era incómodo para acostarme de un lado, moverme, para cargar la maleta para ir al colegio (…) Ya después había quedado como del tamaño de un limón. Me empezaron a hacer los exámenes, me hicieron una tomografía de tórax, creo que se llama, y ahí aparecía que en el pulmón también tenía otra masa que era la que estaba impidiendo que pudiera respirar bien. Luego, en febrero de 2023, me hicieron la cirugía (para extraer las masas) y mandaron una muestra para patología”.
La incertidumbre y el diagnóstico
Con la voz entrecortada, Diana Inés Rincón, su madre, rememora el momento en que una biopsia confirmó el diagnóstico de linfoma de Hodgkin con esclerosis nodular, un tipo de cáncer que afecta el sistema linfático (parte del sistema inmunitario, que protege el cuerpo contra infecciones y enfermedades). “Fue un golpe muy duro, pero el cirujano nos tranquilizó: «Sé que es un momento difícil para la niña, para ustedes como familia, pero no se preocupen que ella no se va a morir. Debe llevar un proceso, un tratamiento, puede que tenga que retirarse del colegio, puede que se le caiga el cabello, pero no es que se vaya a morir»”, comenta. A partir de entonces, Jhoana enfrentó una maratón de citas médicas y tratamientos que la llevaron a desafiar los límites de su fortaleza física y mental.
“El 10 de marzo tuve mi primera consulta en oncología y me internaron de inmediato”, relata Jhoana. Así comenzó un ciclo intensivo que incluyó 12 sesiones de quimioterapia y 12 más de radioterapia. Aunque el proceso tuvo sus altibajos, ella lo describe como “bonito, dentro de lo que cabe”. Agradece la rapidez con la que se llevaron a cabo todas sus atenciones y el apoyo de su familia, que nunca la dejó sola.