Ingrid Paola Sandoval nos comparte su experiencia personal con el lupus, una enfermedad autoinmune que afecta principalmente a las mujeres. Su historia no solo es inspiradora, sino que también brinda información valiosa sobre esta condición y los desafíos que enfrentan las personas que la padecen.
Ser mamá. Ese era el sueño que Ingrid tenía guardado en su corazón desde pequeña, y que se avivó una vez contrajo matrimonio con su esposo. Corría el 2020 cuando, a raíz de la pérdida de dos embarazos, los médicos le practicaron diversos estudios especializados. Como el ginecólogo encontró alterados algunos resultados, fue remitida a medicina interna y, finalmente, a reumatología. “Ahí llegaron a la conclusión de que era lupus eritematoso sistémico”, apunta Ingrid Paola Sandoval.
Explica, con la precisión de quien se ha familiarizado con su diagnóstico, que el lupus es una enfermedad autoinmune que puede atacar múltiples órganos del cuerpo. “Puede afectar el hígado, el riñón, el corazón, los pulmones, el cerebro, las articulaciones, la piel… No se sabe aún por qué causas puede dar, pero aparece principalmente en las mujeres, en los hombres existen muy pocos casos. En mi caso, gracias a Dios, aún no me ha atacado ningún órgano, porque me di cuenta a tiempo a través de mis abortos, y la enfermedad se ha mantenido controlada con los medicamentos”.
Lo tiene tan claro porque, según comenta, en cuanto tuvo conocimiento de su condición de salud, se puso en la tarea de averiguar todo acerca de esta. “Siento que hay mucha desinformación acerca de la enfermedad, por eso enseguida empecé a investigar de qué se trataba. Yo pienso que, gracias a Dios, porque yo soy cristiana, siento que Dios me ha dado la fortaleza de que yo estuviera tranquila y asimilar la enfermedad de la mejor manera”.
Los años previos a recibir su diagnóstico estuvieron rodeados de cierta confusión. Tras la pérdida de su primer embarazo en 2018, los médicos atribuyeron la situación a algo “dentro de lo normal”. Pero en 2019, el segundo aborto, casi idéntico al primero, encendió las alarmas. “Ambos se detuvieron a las ocho semanas. Cuando iban a hacer la ecografía de rutina, ya no había latidos”, recuerda Ingrid, afiliada a Coosalud y residente en el municipio de Tame, ubicado en el departamento de Arauca.
Con la confirmación del lupus y un esquema de medicamentos definido, Ingrid decidió no renunciar a su sueño de ser madre. La esperanza, mezclada con el miedo, marcó su tercer embarazo. “Había riesgos, tanto para mí como para el bebé. Podía tener preeclampsia (complicación caracterizada por presión arterial alta y signos de daño renal o hepático), pues como en otras embarazadas que no tienen ninguna enfermedad también, o complicaciones en el corazoncito del bebé, por un anticuerpo que tengo. Por eso estuve en control constante con perinatología”.
Ingrid debía inyectarse diariamente para tratar una condición adicional de coagulación en la sangre que le fue identificada. “Me ponía una inyección en el abdomen todos los días y lo hice incluso hasta diez días después del parto”.
El parto de su pequeño Benjamín estuvo lleno de emociones encontradas. Por recomendación médica, el nacimiento debía darse en un centro asistencial de segundo nivel, que incluyera cuidados especializados, dada la posibilidad de complicaciones tanto para ella como para el bebé. Por eso, ella y su familia decidieron trasladarse a la ciudad de Bucaramanga en los días previos a que se cumpliera su periodo de gestación. “El bebé estuvo dos días en UCI neonatal, y aunque me dijeron que podía tener algo en su corazón, luego confirmaron que estaba sano. Fue una felicidad inmensa verlo, porque después de dos pérdidas, finalmente éramos papás”.
Aunque la llegada de Benjamín fue un alivio, el posparto trajo consigo nuevos retos. Ingrid experimentó una crisis de lupus que, de acuerdo con los médicos, pudo haberse desencadenado por el estrés, el cansancio y las noches sin dormir. “Sentía dolor en las articulaciones, me hinchaba y tenía problemas para respirar. Fue un momento difícil, pero dejé de darle pecho para poder descansar, y eso ayudó”.
Desde su diagnóstico, Ingrid ha aprendido a convivir con la enfermedad. Cada cuatro meses, asiste a controles con reumatología y hematología, y sigue un tratamiento con hidroxicloroquina, medicamento que toma día de por medio, y aspirineta, diariamente. Benjamín también se mantuvo bajo observación médica hasta su primer cumpleaños, para descartar cualquier complicación relacionada con su nacimiento.
Su familia ha sido clave en este proceso. “Mi esposo siempre me apoyó, incluso diciendo que no era necesario tener hijos si eso ponía en riesgo mi salud. Mis hermanos, mi madre y mi papá estuvieron conmigo desde el primer día, ayudándome a entender la enfermedad y a cuidar de mi bebé cuando yo no podía”.
Hoy, Ingrid dedica su vida a su hogar y a educar a Benjamín “con valores firmes”, como ella misma lo recalca. “Mi meta es que sea un niño temeroso de Dios, un buen ser humano. Él y mi esposo son mi motor diario”.
Y ahora un nuevo motor apareció en su vida: Ingrid está embarazada de su segundo bebé. Va por la semana 23, que corresponde al sexto mes de gestación.
Aunque la enfermedad ha limitado algunas actividades, como su pasión por el fútbol, no descarta volver a jugar algún día. “A mí no me pusieron ningún tipo de restricción, solo que yo jugaba fútbol, pero tenía mucho cansancio, no rendía al 100 por cierto, porque todo el tiempo mantenía con mis dolores articulares, en mis tobillos, en mis rodillas y yo no sabía a qué se debía, pero siempre presentaba ese tipo de dolores, así que lo dejé a un lado, y más adelante fue que supe lo del lupus… Ahorita no lo he hecho más, pero no descarto volver a jugar un rato. Por ahora, mi prioridad es mi salud y mi familia. Cada día es un regalo, y con el apoyo de Dios y de los médicos, sé que puedo seguir adelante”.
Oficina Nacional
Cartagena de Indias, Bolívar, Colombia.
Oficinas en todo el país
Para ubicar nuestras oficinas
Para notificaciones judiciales, derechos de petición, tutelas, entre otros, escribir a:
notificacioncoosaludeps@