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Historias de vida

El viaje de Juan Camilo hacia una segunda oportunidad

Juan Camilo Vergara, un adolescente sincelejano, fue diagnosticado con hepatitis B en 2022. Tras permanecer en lista de espera, recibió un trasplante de hígado en Bogotá, pocos días después de su cumpleaños número 16. Gracias a esta intervención, el joven, afiliado a Coosalud EPS, logró recuperar su salud y podrá retomar su vida normal.

Había algo extraño en los días de Juan Camilo Vergara Pérez, un adolescente cuya vitalidad se veía opacada por una sombra que aún no tenía nombre. Su rutina activa, como la de cualquier estudiante de bachillerato, se fue transformando en jornadas de agotamiento y letargo. Su piel empezó a tornarse amarilla, al igual que sus ojos, una señal inconfundible de que algo andaba mal. 

“Comencé a ir al colegio normal, pero me sentía decaído, sin fuerzas, agotado y con una necesidad constante de dormir. Todo el día quería estar durmiendo”, relata Juan Camilo. Sus palabras transmiten la angustia de un cuerpo que lucha contra lo desconocido.  

Fue entonces cuando, con valentía, decidió compartir sus preocupaciones con su padre, Ramiro Vergara Burgos. “Yo me siento como raro”, le confesó. Su papá lo acompañó al hospital, en su natal Sincelejo, marcando así el inicio de un historial médico que lo llevaría a enfrentar una realidad inesperada. 

Teniendo en cuenta que no había sido diagnosticado, desde la capital sucreña fue trasladado a Cartagena, donde los médicos le realizaban exámenes de sangre diarios, aún sin respuesta acerca de qué estaba afectando su salud.  

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Ramiro gestionó con Coosalud, su EPS, para que su hijo fuera remitido a Bogotá D.C., en mayo de 2022, destino que se convirtió en el siguiente capítulo de su vida. Tras tres días ingresado en la Fundación Cardioinfantil —La Cardio—, institución que forma parte de la red de servicios de Coosalud, apareció el diagnóstico: hepatitis B. Un veredicto que trajo consigo una esperanza: un trasplante de hígado garantizaría su supervivencia. 

No obstante, como en todos los casos, debía permanecer en la lista de espera hasta que apareciera un donante. Su padre ya se había realizado los estudios pertinentes y no resultó compatible. En noviembre de ese mismo año, se presentó la posibilidad del trasplante, pero un resfriado se interpuso y postergó el procedimiento.  

La narración de Juan Camilo se entrelaza con la emotiva perspectiva de su padre, quien recuerda con dolor aquellos días cuando la hepatitis amenazaba con arrebatarle a su hijo. “Cuando Juan Camilo empezó con la enfermedad, vomitaba sangre con mucha frecuencia. Yo pensé que mi hijo se me iba a morir”, manifiesta entre lágrimas. 

En el albergue donde estaban hospedados, la espera se convirtió en un tiempo compartido entre pacientes y sus familiares, algunos también con trasplantes pendientes y otros, por ejemplo, en tratamientos por cáncer. Allí se forjaron amistades y el juego de dominó resultaba ser la cuota de entretenimiento. Uriel, Hugo, Luisa, Carlos y Érika, cada uno con su propia travesía, dejaron una marca imborrable en el corazón de Juan Camilo. 

La intervención

En febrero de 2023, la oportunidad llegó tras un accidente en las vías de Boyacá. Una donación de órganos, un acto generoso en medio de la tragedia, permitió que los médicos practicaran tres trasplantes cruciales: de riñón, de corazón y de hígado, este último, para el joven sincelejano.  

“Estábamos durmiendo cuando me llamó la doctora a decirme que nos fuéramos enseguida para la clínica, que ya había un donante. Juan Camilo entró a cirugía poco después de las 2 de la mañana y, a las 2 de la tarde, fue que salió el doctor a informarme que ya se había hecho la intervención. Fueron prácticamente 12 horas. El mismo doctor, antes de entrar, me había dicho que era una operación riesgosa. Así que yo caminaba de un lado a otro en la sala de espera. No me dio ni hambre. Yo que, habitualmente, tomaba café para el frío, ni eso hice”, relata Ramiro, con la voz entrecortada.  

Y continúa: “Ya cuando el doctor salió, me dijo: «Si quiere, puede ingresar a verlo». Cuando entré, Juan Camilo tenía como 30 cables y 15 máquinas conectados. Eso fue una impresión grande para mí. De todas maneras, el médico me confirmó: «Todo salió bien»”.  

Fue así como Juan Camilo recibió un regalo de la vida que coincidió con su cumpleaños número 16. “Cumplí años el 8 de febrero y me operaron el 14. Ese fue mi regalo de cumpleaños”, comparte con una sonrisa. 

El 25 de mayo de 2023, Juan Camilo regresó a Sincelejo, el hogar que lo vio crecer, pero no a la misma vida que dejó que, por momentos, parecía apagarse. La transformación física postrasplante confundió a sus seres queridos. “Cuando regresé a mi casa después del trasplante ya nadie me conocía, no sabían que yo era Juan Camilo, porque me veía muy cambiado. Vine más grande, me mejoró el color de la piel, de los ojos… Y ya me cambió la vida por completo, gracias a Dios y a los doctores”, expresa. 

Ahora renovado, el joven se propone retomar su vida normal después de tres años, según las indicaciones médicas, el primero de los cuales se cumplirá en febrero próximo. Mientras tanto, sigue tomando sus medicamentos con rigurosidad y asiste a sus citas de control en Bogotá.  

El anhelo de Juan Camilo de trabajar en La Cardio surge como una expresión de agradecimiento. Quiere devolver la esperanza que le fue regalada. “Yo quisiera trabajar en la Fundación Cardioinfantil. La doctora me dijo que siempre tendré las puertas abiertas para trabajar ahí”, comenta Juan Camilo.  

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