Al cumplir un año de nacida, la menor fue diagnosticada con parálisis cerebral. Su entereza y optimismo le han permitido llevar una vida feliz, sin limitaciones.
Cuando Darnellys nació, no lloró. De inmediato, fue conducida a UCI neonatal, donde permaneció 25 días. Los médicos dijeron que había presentado una hipoxia severa (ausencia de oxígeno en la sangre), por lo que estuvo cinco días con suministro de oxígeno.
El embarazo de Lisnellys Niebles Castaño, su mamá, había sido normal. Cumplía con todos sus controles mensuales, sin ninguna novedad. Cursaba la semana 31 de gestación cuando empezó a sentir dolores de parto, razón por la cual se dirigió a urgencias. Empezó a dilatar y los doctores le informaron que la niña ya quería salir. Ese día, 1 de junio de 2010, Darnellys llegó al mundo.
Una vez fue dada de alta, la pequeña comenzó tratamiento médico, con control por crecimiento y desarrollo. El pediatra manifestaba que todo iba bien, pero que su proceso era lento, por tratarse de una niña prematura.
Al cumplir un año, la menor no gateaba, ni hacía el intento por caminar. En cita de control por pediatría, a Lisnellys le indicaron que a su hija le debían practicar unos exámenes especializados, al notar unos movimientos particulares que hacía. Entonces fue remitida a neurología, desde donde, tras varios estudios, una resonancia entre esos, confirmaron su diagnóstico: parálisis cerebral espástica, una patología por la cual los músculos presentan mayor rigidez y, en consecuencia, se genera dificultad para la movilidad, entre otras complicaciones.
Darnellys Cervantes Niebles ya tiene 11 años y asiste a su clases virtuales de 5º, en las que ha demostrado un muy buen desempeño académico. Le fascina dibujar, colorear, y también preguntar, entrevistar, según comenta su mamá. “Cuando escucha palabras nuevas o lee algo que no entiende, enseguida comienza a indagar: «¿qué es esto?», «¿cómo se llama aquello?» Además, para la tecnología es excelente, el computador lo maneja de la A a la Z, en cualquier dispositivo electrónico se defiende muy bien”.
El camino para llegar a ello fue el manejo interdisciplinar que se le dio a su caso. Desde su diagnóstico, la pequeña comenzó a asistir frecuentemente a terapias físicas, de lenguaje, terapia ocupacional y consultas por fisiatría y psicología. También ha sido atendida por ortopediatría y oftalmología, esta última especialidad, por un problema en la visión que le fue detectado.
“No fue fácil de asimilar. A mí me dijeron: «su hija tiene esta condición, por la que es muy probable que no pueda caminar». Eso para mí fue un muy duro, no sabría expresar en palabras cómo me sentí, podría decirse que me sentí devastada. En ese tiempo yo laboraba y a la nena me la cuidaba mi mamá. Cuando nosotros comenzamos a ir a los especialistas, encontrarnos con niños con dificultades parecidas o aún más graves que la de ella (Darnellys), porque esa enfermedad se da por niveles, a mí me impactó mucho. Yo me sentía abrumada, con ansiedad, porque era algo desconocido para mí. Cuando ya comienzo a investigar qué es lo que significa eso que a ella le diagnosticaron, vi imágenes que me impactaron demasiado. Yo me imaginaba que ella no iba a poder tener una vida social normal, que se iba a privar de muchas cosas y eso me dolía”, confiesa la joven madre.
Pero los miedos fueron poco a poco desapareciendo de Lisnellys tras ir notando la evolución de su hija Darne, como le dice cariñosamente. “Ver que en cada etapa de este proceso ella ha puesto de su parte, que ha progresado bastante, me llena de alegría y satisfacción. También sé que ha servido la motivación que le brindamos en la familia, no solamente la mía, sino también de sus abuelos, de su papá, de sus hermanos, eso también la ayuda. Intelectualmente, va muy bien en su colegio y se muestra como una niña feliz; es una niña que, a pesar de su condición, se desenvuelve en este mundo como si para ella no hubiera dificultades. Ella ha derrumbado todas esas barreras. Ya camina, lo hace con ayuda del caminador, pero da sus pasos, ya eso quiere es correr”.
Lisnellys reconoce que, por supuesto, otro de los aspectos que han contribuido a la recuperación satisfactoria de Darne ha sido la atención médica oportuna que ha recibido, para lo cual ha contado con el apoyo de Coosalud, su EPS. “Ahora mismo existen muchas ayudas en el sistema de salud. Yo puedo dar fe de que Darnellys ha progresado gracias a todas sus citas con los especialistas, a los tratamientos, a sus terapias físicas. Eso la ha ayudado a ella a tener una mejor calidad de vida”.
Desde su natal Sincelejo, donde reside con su familia, Darne ha sido remitida a instituciones de salud de otras ciudades, como Bogotá, Medellín y Cartagena, para darle continuidad a su tratamiento. Actualmente, ella solo debe asistir a valoraciones médicas periódicas, cada tres meses, y a terapias físicas, dos veces por semana, en su municipio: martes y jueves, para entrenamiento en el gimnasio.
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