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“Mamá, no quiero
ir a estudiar”

Para Luz Saida, esa fue la señal de alerta con la que notó que algo no andaba bien en la salud de su hija Isabela, de 16 años, que en mayo de 2018 fue diagnosticada con cáncer de ovario. Hoy, ya está libre de la enfermedad.

Isabela Santa Ramírez tiene 16 años. Nació en Cartago, un municipio situado a dos horas y media de Santiago de Cali, la capital vallecaucana. Siempre ha vivido ahí con su familia.

“Cuando sea grande quiero ser actriz”, apunta, al tiempo que destaca que sus pasatiempos favoritos son el baile, el modelaje, así como patinar y entrenar en el gimnasio, pues le gusta “mantenerse en forma”.

En palabras de su mamá, Luz Saida Ramírez, Isabela siempre había sido una niña muy sana, sin ningún antecedente en su historia clínica. Para entonces, sus únicos acercamientos a centros de salud eran por visitas ocasionales al odontólogo para higiene oral. “Ella nunca tuvo síntomas. Siempre ha sido muy dinámica, deportista, muy alegre, con mucho entusiasmo. En un momento que llega y me dice: «mamá, no quiero ir a estudiar», pues para mí eso fue una señal de alerta, porque a ella le gusta mucho asistir a su colegio. La noté un poco decaída y fue eso solo un signo para alarmarme”.

Entonces la mujer, madre de tres hijos más, no dejó pasar unos minutos cuando ya iba camino al médico. Tras revisarla, los doctores notaron que su estómago estaba un poco inflamado. Sin embargo, le dijeron que en Cartago no había los recursos necesarios para darle un diagnóstico preciso, por lo que la remitieron a Cali.

Fue en esa ciudad donde, en mayo de 2018, Isabela fue diagnosticada con cáncer de ovario. “Al principio es muy difícil, yo casi no lograba asimilarlo, pero luego, pues, como que uno entiende; y lo que hace que el tiempo se le pase rápido es como no pensar en la enfermedad y tratar de hacer otras cosas. Esté pasando por la situación que esté pasando, la idea es no pensar en eso, sino como distraerse, leer un libro, jugar, cualquier cosa”, manifiesta Isabela.

Desde su condición de madre, Luz Saida tuvo una perspectiva similar. “Fue muy duro este proceso. Yo sentía mucho temor como mamá. Estaba preocupada por su salud y también, no solo porque yo iba a estar sola con ella allá (en Cali), sino por los recursos económicos. Pero en el momento en que llegamos a Cali, me doy cuenta de que no estaba sola, que había un equipo humano detrás, grandes profesionales que nos brindaron una calidad humana, que nos recibieron como se merece un paciente. Allá estuvimos acompañados de muchos niños y muchos casos difíciles y por eso hoy quiero contar esta historia (…) El apoyo incondicional de Coosalud nos dio fortaleza para continuar, para poder decir que estamos felices, que hay una familia feliz, que hay una niña feliz, con ganas de seguir, de luchar, de vivir, de soñar”, argumenta.

El tratamiento

Las quimioterapias empezaron en junio. Primero le realizaron una cirugía y luego comenzó el tratamiento. Fueron seis ciclos a los que reaccionó satisfactoriamente y fue dada de alta en octubre de 2018. “Mi mayor apoyo en la situación ha sido principalmente de Dios, mi mamá, mi papá, que me daban como aliento, me decían: «niña, no se preocupe por esto» y cosas así. Las enfermeras también y los demás niños, saber que hay personas con una situación más delicada, más difícil que la de uno, lo lleva a uno a seguir como luchando contra esa enfermedad”, resalta la adolescente.

Según su madre, Isabela se mantuvo tan positiva y optimista que incluso llegó a creer que no se le iba a caer el cabello, ni sus pestañas. “Siempre lo tenía recogido, con la esperanza de que lo iba a mantener ahí, hasta que llegó un momento y me dijo: «mamá está bien, me haces el favor y me llevas al parque». Y fuimos al Ecoparque de Las Garzas, allá en Cali, y me dijo: «tómame unas fotos por última vez con mi cabello», y listo, así fue como Isabela tomó la decisión, de la noche a la mañana. Le tomé sus fotos y se decidió a quedarse sin su cabello”.

Luz Saida destaca que sintió una felicidad indescriptible en el momento en que les dijeron: «Isabela, puedes irte a tu casa». Jamás olvidará esa sensación.

“Nadie es tan fuerte hasta que lo obligan a serlo. Una familia nunca está preparada para que a su casa llegue una situación como esta, porque es muy difícil, pero es importante tener presente que nunca estamos solos, que siempre habrá alguien que esté a nuestro lado y nos apoya y que todo es posible cuando tenemos fe, cuando creemos y cuando nos esforzamos. Yo siento que es muy duro para una madre pasar por esta situación, pero nos llenamos de fortaleza cuando el paciente pone de su parte y dice: «yo lo hago por ti y lo hago por mí y juntos salimos adelante»”, puntualiza Luz Saida.

Isabela ya ha pasado por tres cirugías, la primera de ellas, de alto riesgo, porque estaba muy comprometida su supervivencia. Pero ella luchó y ahí está, lista para salir adelante y “comerse el mundo”. Nuevamente es una niña sana que solo asiste a citas periódicas para verificar que todo esté bajo control.

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