Las mujeres y, en particular, las gestantes, son uno de los grupos más vulnerables a la infección por el VIH, el virus que causa el sida. Según ONU Mujeres, en 2015 había alrededor de 17,8 millones de mujeres (de 15 años o más) que vivían con VIH, lo que equivale al 51% del total de la población adulta que vive con este virus. Las jóvenes y las adolescentes de 15 a 24 años se ven particularmente afectadas por la infección.
La desigualdad de género, la violencia sexual, la falta de derechos legales y la limitada participación en la toma de decisiones son algunos de los factores que contribuyen a la propagación del VIH entre las mujeres y gestantes. Además, muchas de ellas tienen menos información sobre el VIH y menos recursos para poner en práctica medidas preventivas, como el uso de condones o la profilaxis preexposición (PrEP). Así mismo, encuentran impedimentos a la hora de negociar prácticas de sexo más seguro debido a las dinámicas de poder desiguales respecto a los hombres.
De acuerdo con el informe de CAC, entre el 1 de febrero de 2020 y el 31 de enero de 2021 se diagnosticaron 9.210 casos de VIH en el país, de los cuales el 28,8% fueron mujeres, lo cual representa un incremento del 5,22% con respecto al periodo anterior.
El 99,7% del total de casos notificados en el 2020, el mecanismo probable de transmisión fue sexual, dentro de este, el 31% por relaciones heterosexuales y el 8,7% por relaciones bisexuales. En las mujeres, esta situación cambia, donde el 92,8% de los casos tienen mecanismo probable de transmisión heterosexual.
Del total de las mujeres gestantes que viven con VIH, solo el 23,04% se diagnosticó en estadio 1 y el 31% en estadio 3 (sida).
Las mujeres y las gestantes que viven con el VIH enfrentan múltiples desafíos para acceder a la atención y el tratamiento que necesitan para combatir el virus y proteger su salud. El VIH afecta la salud de la mujer de maneras únicas.
La forma más común en que las mujeres contraen el VIH es por medio de relaciones sexuales con un hombre infectado sin usar condón o sin tomar medicamentos para prevenir o tratar la infección.
Una mujer que tenga sexo con un hombre infectado presenta mayor riesgo de contraer el VIH que un hombre que tenga sexo con una mujer infectada, porque el sexo receptivo es más riesgoso. Esto se debe a que la mucosa del recto y de la vagina es más delgada y puede permitir la entrada del virus al cuerpo durante la actividad sexual. Además, el semen tiene una mayor concentración de virus que las secreciones vaginales y puede permanecer más tiempo en el cuerpo de la mujer después del sexo.
También existe el riesgo de transmisión del VIH de la madre al hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia. Esto se llama transmisión vertical o perinatal y puede prevenirse con el tratamiento adecuado de la madre y el bebé.
Las mujeres que tienen VIH tienen algunos problemas de salud específicos que pueden afectar a su bienestar físico, mental y emocional. Algunos de estos son:
Además de los síntomas propios de la enfermedad, las mujeres con VIH tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones ginecológicas, como:
Estas complicaciones ginecológicas pueden afectar a la calidad de vida, la autoestima y la salud sexual de las mujeres con VIH. Por eso, es importante que las mujeres con VIH se hagan revisiones ginecológicas regulares, se traten las infecciones y se hagan pruebas de detección del cáncer de cuello uterino.
Las mujeres con VIH pueden tener cambios en su ciclo menstrual, como:
Estos cambios pueden deberse a la infección por el VIH, a los medicamentos antirretrovirales, a las infecciones oportunistas, al estrés o a la desnutrición. Estos cambios pueden afectar a la fertilidad, la salud ósea y el estado de ánimo de las mujeres con VIH.
La menopausia es el cese permanente de la menstruación, que ocurre cuando los ovarios dejan de producir hormonas femeninas, como el estrógeno y la progesterona. La menopausia suele ocurrir entre los 45 y los 55 años de edad, pero puede variar según la mujer.
Las mujeres con VIH pueden tener una menopausia precoz, es decir, antes de los 40 años. Esto puede deberse a la infección por el VIH, a los medicamentos antirretrovirales, a las infecciones oportunistas, al tabaquismo o a otros factores.
La menopausia precoz puede tener consecuencias negativas para la salud de las mujeres con VIH o SIDA, como:
Es importante que las mujeres con VIH o sida que experimentan la menopausia precoz reciban una atención integral, que incluya el tratamiento antirretroviral, la terapia hormonal sustitutiva (si está indicada), el apoyo psicológico y el asesoramiento sobre hábitos de vida saludables.
La prevención del VIH es fundamental para evitar la infección y proteger la salud de las mujeres y de sus parejas o hijos. Las medidas de prevención más efectivas son:
Estas son algunas de las formas de prevenir el VIH en las mujeres, pero no las únicas. Lo más importante es cuidarse y protegerse a uno mismo y a los demás, y buscar ayuda si se tiene alguna duda. Recordar que el VIH no es una sentencia de muerte y que se puede vivir con dignidad y esperanza.
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