El VIH es uno de los virus más devastadores en la historia de la humanidad. Desde su identificación, en la década de los 80, más de 40 millones de personas han muerto por causas relacionadas con esta infección. Aunque los tratamientos antirretrovirales han mejorado la calidad y la esperanza de vida de las personas, todavía no hay una cura definitiva que elimine el virus del organismo.
Pero eso podría cambiar pronto. En los últimos años, se han producido avances científicos muy prometedores que podrían acercarnos a la ansiada cura para el VIH. ¿Quieres saber cuáles son? Continúa leyendo y te lo contamos.
Antes de entrar en los detalles de los nuevos descubrimientos, es importante recordar qué es el VIH y cómo se contagia. El VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) es un microorganismo que ataca al sistema inmunitario, que es el encargado de defender al cuerpo de las enfermedades. El VIH se transmite por el contacto con fluidos corporales infectados, como la sangre, el semen, las secreciones vaginales o la leche materna.
Cuando el VIH entra en el organismo, se integra en el ADN de las células del sistema inmunitario. Estas células son las que coordinan la respuesta inmune contra los agentes externos. El VIH se multiplica dentro de estas células y las destruye, debilitando las defensas del cuerpo.
El sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) es la fase más avanzada de la infección por VIH. Se produce cuando el número de estas células “defensoras” desciende por debajo de un nivel crítico y el sistema inmunitario ya no puede combatir las infecciones oportunistas, que son aquellas que aprovechan la debilidad del organismo para causar enfermedades graves o mortales.
Actualmente, no existe una vacuna que prevenga la infección por VIH, ni un medicamento que la cure. Sin embargo, hay una terapia antirretroviral (TAR) que consiste en una combinación de fármacos que inhiben la replicación del virus en el organismo. La TAR no elimina el VIH, pero reduce su carga viral (la cantidad de virus en la sangre) y permite que el sistema inmunitario se recupere.
La terapia antirretroviral ha demostrado ser muy eficaz para mejorar la salud y la supervivencia de los pacientes con VIH. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2021 había 28,7 millones de personas con VIH en tratamiento con antirretrovirales en el mundo. Gracias a esta terapia, muchas personas con VIH pueden llevar una vida normal y duradera.
Sin embargo, la TAR también tiene sus limitaciones. Los pacientes deben tomar los medicamentos de por vida, lo que implica un alto costo económico y social. Además, los antirretrovirales pueden tener efectos secundarios indeseables, como náuseas, vómitos, diarreas, fatiga, dolor de cabeza, pérdida de peso, alteraciones del sueño o del estado de ánimo, entre otros. Por otro lado, el VIH puede desarrollar resistencia a los fármacos, lo que reduce su efectividad y obliga a cambiar de tratamiento.
A pesar de los beneficios de la terapia antirretroviral, muchos científicos y pacientes sueñan con encontrar una cura para el VIH, es decir, una intervención que elimine el virus del organismo o que lo controle de forma permanente sin necesidad de medicación. En este sentido, se están explorando dos tipos de cura: la cura esterilizante y la cura funcional.
La cura esterilizante consiste en erradicar por completo el VIH del cuerpo, de modo que no quede ningún rastro del virus ni en la sangre ni en los tejidos. Esta cura sería la ideal, pero también la más difícil de conseguir, ya que el VIH se esconde en reservorios celulares, que son lugares donde el virus permanece latente y no puede ser detectado ni eliminado por los fármacos ni por el sistema inmunitario.
La cura funcional consiste en reducir la carga viral a niveles tan bajos que el virus no cause daño al organismo ni se transmita a otras personas. Esta cura no implicaría la desaparición total del VIH, pero sí la interrupción de la TAR y la restauración de la función inmune. Esta cura sería más factible que la esterilizante, pero también requeriría de un seguimiento médico periódico para asegurar que el virus no se reactive.
Para lograr una cura esterilizante o funcional, se están investigando diferentes estrategias, como la edición genética, la terapia celular, la vacunación terapéutica, los anticuerpos monoclonales o los fármacos de acción prolongada.
A continuación, te explicamos algunos de los avances más esperanzadores en cada una de estas líneas de investigación.
La edición genética es una técnica que permite modificar el ADN de las células, ya sea para corregir, insertar o eliminar genes. Esta se puede aplicar al VIH de dos formas: una es editar el ADN del virus para impedir su replicación o su integración en las células; y otra es editar el ADN de las células para hacerlas resistentes al virus. Esta última opción se inspira en el caso de Timothy Ray Brown, conocido como el “paciente de Berlín”, que se convirtió en la primera persona en curarse del VIH tras recibir un trasplante de médula ósea de un donante con una mutación genética que le confería inmunidad al virus.
En 2019, un equipo de investigadores de la Universidad de Temple y de la Universidad de Nebraska, en Estados Unidos, logró eliminar el VIH de ratones infectados. Los resultados fueron alentadores, ya que el 30% de los ratones tratados se curaron del virus.
Estos estudios abren la puerta a la posibilidad de trasladar esta terapia a humanos, aunque todavía hay muchos desafíos por resolver, como la seguridad, la eficacia, la entrega y la ética de la edición genética.
La terapia celular es otra técnica que consiste en modificar las células del paciente o de un donante para que adquieran una función terapéutica. Esta técnica se basa en el uso de células madre, que son células que tienen la capacidad de diferenciarse en distintos tipos de células especializadas. Las células madre se pueden obtener de la médula ósea, del cordón umbilical, de la sangre periférica o donantes.
La terapia celular se administra al paciente mediante un trasplante de células modificadas, que reemplazan a las células infectadas o dañadas por el VIH. El objetivo es que las células modificadas se multipliquen y se establezcan en el organismo, formando un sistema inmunitario resistente y funcional. La terapia celular podría ser una alternativa o un complemento a la terapia antirretroviral, que consiste en tomar medicamentos que inhiben la replicación del VIH, pero que no lo eliminan por completo.
La terapia celular para el tratamiento y cura del VIH es una estrategia prometedora, pero aún se encuentra en etapas experimentales y presenta varios desafíos. Entre ellos, se encuentran la dificultad de obtener y modificar las células del paciente, el riesgo de rechazo o de efectos adversos, la necesidad de combinar diferentes tipos de células y de estimular el sistema inmunitario, y la posibilidad de que el VIH escape o se adapte a la terapia.
La ciencia avanza con determinación, y cada descubrimiento nos acerca a un futuro libre de este virus. Cada descubrimiento nos acerca un paso más a la cura, ofreciendo perspectivas emocionantes y alentadoras para el futuro.
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