Con ocasión del Día Mundial contra la Hepatitis, que se conmemora cada 28 de julio, destacamos la historia de Nicolás Bermúdez, un afiliado que, gracias a la detección oportuna y al tratamiento adecuado, hoy se mantiene con el virus de hepatitis C indetectable en su sistema.
El diagnóstico para Nicolás Bermúdez* llegó a finales de 2021, en pleno pico de pandemia por covid-19. “Fue por un examen de sangre —refiere—. Nunca presenté síntomas de ninguna clase, fue por estudios de rutina, por otro proceso en el que estoy, que es control de VIH; entonces ahí se dieron cuenta, salió el resultado de que era positivo para hepatitis C (VHC)”.
Tal como lo explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hepatitis C consiste en una inflamación del hígado causada por el virus del mismo nombre. Esta puede ser aguda o crónica. Si es aguda, las personas infectadas eliminan el virus de forma espontánea, sin necesidad de medicamentos, mientras que, si es crónica, que sucede en el 70 % de los casos, es necesario acceder a tratamiento, pues se corre el riesgo de presentar complicaciones e, incluso, de morir. En 2019, por ejemplo, según la OMS, fallecieron aproximadamente 290.000 personas a causa de este virus, principalmente por cirrosis y carciroma hepatocelular (cáncer primario de hígado).

El joven afiliado a Coosalud EPS, quien está próximo a cumplir sus 28 años, recuerda que, tras haberse contagiado de covid, quedó con secuelas de hipertensión, por lo que por esos días se encontraba en seguimiento médico periódico. “Por eso fui al doctor, porque había quedado hipertenso, de hecho, aún tomo medicamentos para la presión; entonces, en ese momento, me mandaron medicamentos para eso y me hicieron unos exámenes de revisión general y ahí fue que salí positivo para VHC”.
Y prosigue: “El médico me dice que hay que enviarme con la infectóloga y que tenía que empezar un tratamiento de tres meses y tomarme las pastillas todos los días a la misma hora, porque por un día en que no lo hiciera había que empezar de cero el tratamiento”.
La infectóloga le ordenó un examen de carga viral de hepatitis C, que consiste en una muestra que mide la cantidad del virus que está presente en la sangre, así como una ultrasonografía de abdomen superior, para verificar cómo estaba su hígado. “Ahí me salió una fibrosis leve, pero está controlada. (…) Cuando llegaron los medicamentos, me dijeron que era superdelicado y no se podía combinar con otro y yo estaba con el tratamiento del VIH, entonces este me lo tuvieron que cambiar porque no podía mezclar con el de la hepatitis”.
Nicolás* es oriundo de Santa Fe de Antioquia, municipio ubicado en el occidente antioqueño, pero desde hace seis años migró a Medellín para cursar sus estudios universitarios. Así pues, tras ser diagnosticado, su tiempo lo repartía entre su asistencia a la universidad y visitas a su IPS de atención en la capital antioqueña para recibir el tratamiento, que consiste en la ingesta de una pastilla diaria durante 12 semanas.
“Yo iba todos los días a Theraclinic (su IPS de atención) para que me dieran la pastilla y ellos verificaban que me la tomara. Los viernes me daban la pastilla del sábado, la del domingo y la del lunes, cuando era festivo, y tenía que enviarles un video como evidencia de que me estaba tomando las pastillas”, relata.
De esta manera, se hace seguimiento riguroso para garantizar la adherencia al tratamiento de los usuarios diagnosticados.
De acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección Social, más del 95 % de los pacientes que reciben el tratamiento completo de hepatitis C, sin interrupciones, se curan. Sin embargo, es importante continuar protegiéndose para evitar reinfecciones.
“Durante el tratamiento, me hicieron un examen de carga viral de hepatitis C y salió que ya estaba bajando, que ya estaba casi indetectable, y no íbamos ni por la mitad del tratamiento, eso quería decir que estaba funcionando. Cuando se terminó, como a los 15 días, me hicieron otra carga viral y salió indetectable y, luego, como a los cuatro meses, tuve otra cita con la infectóloga y ella me mandó otra carga viral para verificar si había servido el tratamiento y salió indetectable. Esa última fue en noviembre de 2022. Estoy pendiente de hacerme otra, pero ya debe ser en noviembre de este año”.
Con respecto al contagio, Nicolás* cree que se dio por vida sexual. “Yo tengo el diagnóstico de VIH desde el 2015 y, desde ese tiempo, la hepatitis C me venía saliendo negativa. Entonces no fue algo en conjunto, la hepatitis siempre me salía no reactivo, hasta el 2021”.
Actualmente, este estudiante universitario se mantiene en tratamiento controlado para el VIH y la hipertensión. “Me tomo tres pastillas por la mañana y tres por la noche entre las dos enfermedades, tengo control médico cada mes en Theraclinic, para el VIH, y cada seis para la hipertensión, en el Hospital La María. En ambas he recibido una buena atención”.
Nicolás* reconoce que, después de sus diagnósticos, intenta cuidar más de sí mismo, usar el preservativo, alimentarse mejor, ser menos sedentario. “Así sea a caminar —apunta—. Ese ha sido como mi aprendizaje y he cambiado también mis hábitos alimenticios. No tengo ninguna restricción en las comidas, pero tomé la decisión de cuidarme más, de ser más saludable”.
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