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Zoely, un milagro de vida que venció la espina bífida

Contra todo pronóstico, Zoely llegó al mundo enfrentando desafíos desde el momento en que fue diagnosticada con espina bífida en el vientre de su madre, María Angélica. Por esta afección, se pueden generar dificultades en la movilidad e, incluso, el aprendizaje de los bebés.Una intervención quirúrgica arriesgada fue necesaria para su recuperación, gracias a que la alteración fue detectada durante los controles prenatales.

Cuando Zoely nació, a las 36,5 semanas de gestación, pesó 2.300 gramos y midió 46 centímetros. Teniendo en cuenta que el rango promedio de peso reconocido como aceptable para un bebé justo al momento de nacer oscila entre los 2.500 y 3.500 gramos, la menor fue trasladada de inmediato a UCI neonatal para mantenerla monitoreada. Sin embargo, a diferencia de muchísimos bebés, esta no era la primera vez que Zoely tenía acercamiento con el mundo exterior.

En el transcurso del sexto mes en el vientre de María Angélica Charris, su mamá, los médicos notaron que la pequeña padecía de espina bífida, una afección por la cual la columna vertebral no se cierra completamente, lo que puede generar dificultades en la movilidad e, incluso, el aprendizaje, así como problemas urinarios e intestinales. Por fortuna, existía un procedimiento quirúrgico para ayudar a corregir esta alteración, pero hacerlo representaba un alto riesgo para la vida de la madre y su bebé, por lo que era recomendable la interrupción del embarazo. La decisión estaba en manos de María Angélica. Ella no tuvo que pensarlo dos veces y prefirió tomar el riesgo (…)Un tiempo atrás, la joven, de 20 años, había optado por el implante subdérmico como método de planificación.

No obstante, como sucede en los organismos de algunas mujeres, se le estaba presentando demasiado sangrado y dolor pélvico, razón por la cual prefirió retirárselo y volver a las pastillas anticonceptivas. El retraso en su periodo, acompañado de mareos, alertaron a María Angélica, por lo que se dirigió a un puesto de salud, donde le practicaron una prueba de embarazo que salió positiva. “Yo quedé en shock, porque, o sea, yo me estaba cuidando, pero, claro, como había cambiado el método (anticonceptivo) así abruptamente…”, refiere. En cuanto supieron de su gravidez, fue ingresada al programa de control prenatal a través de Coosalud, la EPS a la que se encuentra afiliada. Ya la joven había tenido experiencia con Melissa, su hija mayor, que ya hoy tiene 5 añitos, así que sabía de qué se trataba.

“Le hacen a uno exámenes de laboratorio frecuentes, asiste a consultas de ginecología, psicología, nutricionista; te dan los medicamentos que debes tomarte diariamente: sulfato ferroso, ácido fólico, vitaminas… y también suplementación, como en mi caso, porque notaron que la bebé venía baja de peso. Te hacen monitoreo con ecografías cada dos meses, laboratorios cada mes”, describe.

Y continúa: “En una ecografía de detalle anatómico, que es la que detecta todo, fue que vieron que la niña tenía espina bífida y, además, meningocele, que es una bolita que se hace por fuera del cuerpo, en la columna. El problema era que fue a los seis meses que lo identificaron, porque a veces no se ve, pero lo normal es que lo descubran máximo en el tercer mes de embarazo”.Eso era lo que hacía tan complejo su caso. No obstante, tras la revisión de un equipo interdisciplinar conformado por alrededor de 10 especialistas de la Clínica Portoazul, ubicada entre Barranquilla y Puerto Colombia, se aceptó hacer la intervención.

María Angélica estaba internada en esa institución, en la que se prestan servicios a usuarios de Coosalud.La operación fue el 21 de diciembre de 2022. A las 5 de la mañana, la joven entró al quirófano y salió pasadas las 9 de la mañana. Para la cirugía intrauterina de espina bífida, primero, se le aplica anestesia general a la madre para asegurarse de que ella y su bebé estén completamente dormidos.

Luego, los cirujanos hacen incisiones en el útero para acceder al bebé; después, reparan la afección y cierran el útero y la piel. Se trata de una intervención tan compleja que requiere un equipo especializado para asegurar la salud de ambas vidas. “Cuando reaccioné en sala de recuperación, el doctor me dijo que todo fue un éxito, que la bebé estaba en posición para la operación, así que no tuvieron que moverla, ni nada. Yo me vi y estaba canalizada por todos lados y algo adolorida. Aun así, yo estaba muy agradecida con Dios, y los médicos, felices, por supuesto, porque era la primera vez que en esa clínica hacían ese procedimiento”, relata María Angélica, residente en el municipio de Santo Tomás, Atlántico.Quedó internada hasta el 29 de diciembre para realizarles monitoreo permanente a ella y la bebé. Luego, recibió el alta médica con restricciones, no podía hacer muchos movimientos, pues debían evitar que la herida se abriera, y le programaron chequeos cada 15 días. “Me revisaban y todo iba bien con la bebé, tenía buen movimiento en las piernas, que eso era lo que se requería”, comenta. 

A María Angélica le habían programado la cesárea para el 28 de febrero de 2023. Sin embargo, el parto se le adelantó y rompió fuente el 13 de febrero en la madrugada. A las 6 de la mañana, nació Zoely. Ese mismo día, su mamá no pudo conocerla, porque enseguida fue trasladada a UCI neonatal. Ahí se dieron cuenta de que a la bebé le había entrado líquido amniótico (el que rodea al bebé en el útero) en la cabeza, razón por la cual, el 25 de febrero, le hicieron una intervención quirúrgica para ponerle una válvula que permitiera el drenaje de dicho líquido. “La válvula viene puesta en la cabeza —explica la joven—, o sea, por dentro, con un tubito que va hasta el ombligo, que es donde se une para que drene por la orina”. Hoy, la pequeña, que recientemente cumplió un año de nacida, tiene programadas consultas frecuentes para revisar el funcionamiento de la válvula, que debe permanecer en su cuerpo por alrededor de 10 años, según la información que le dieron a su mamá. Para María Angélica, haber asistido de manera oportuna a los controles prenatales fue clave para identificación temprana de la condición de salud de su bebé y, asimismo, para la intervención oportuna, lo que contribuirá al mejoramiento de la calidad de vida de su hija. “Es muy importante que, si estás embarazada, vayas a los controles, porque no está en juego solamente tu vida, sino que debes tener claro que también llevas una vida por dentro, que necesita de ti y de tus cuidados”, aclara.

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