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Historias de vida

Deisy nos relata la historia de su sobrina Yesika

Mamá a los 60

Desde su adolescencia, Yesika Ximena es consumidora de sustancias psicoactivas. Hoy, a sus 31 años, es madre de dos niños, quienes se encuentran al cuidado de sus tías, una de ellas, de 60 años, debido a la condición psicosocial de Yesika. El acompañamiento de Coosalud y la IPS Salud Familiar han sido claves para hacer seguimiento al estado de salud de los menores.

A sus 60 años, Deisy volvió a ser madre. Y no, no fue gracias a alguna tecnología de reproducción asistida, sino porque tomó la decisión de asumir la maternidad del segundo bebé de Yesika Ximena, una de sus sobrinas.

¿La razón? Por lo pronto y, desafortunadamente, Yesika no se puede hacer cargo de sus hijos, dos varones, el mayor, de tres años y, el menor, de siete meses.

De acuerdo con el relato de Deisy Pinzón Dávila, cuando Yesika Ximena —hija de uno de sus hermanos tenía alrededor de cuatro meses de nacida, por “circunstancias de la vida”, su mamá tuvo que irse y la dejó al cuidado de Ana Lucía, también hermana suya. En términos generales, su infancia transcurrió con normalidad, asistía al colegio sin mayores contratiempos. “Ya cuando empezó el bachillerato, comenzó con sus cositas, sus salidas, sus quedadas por allá. Encontró por ahí a una persona que la indujo a consumir (sustancias psicoactivas) y ya no volvía a la casa —ubicada en el municipio de Floridablanca, Santander—. Ya llegaba aquí era a pelear y a discutir con mis papás”, recuerda. 

Al principio, todos en la familia, desde luego, estaban contentos por el retorno a casa de Yesika Ximena Pinzón Dávila. Sin embargo, la situación se volvió —en palabras de Deisy— “un caos total”. “Ya empezó ella otra vez a irse pa’ la calle, ya llegaba otra vez a pelear, volvió con más malos hábitos de allá de la cárcel”. 

Conoce la historia, narrada por sus protagonistas

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Luego, conoció a un joven y, poco tiempo después, quedó embarazada. Tal como lo narra su tía, durante su gestación, Yesika estuvo una temporada viviendo en las calles y, después, se fue a vivir con su suegra y el papá de su hijo. 

“Allá la tuvieron y nació el niño, pero, antes de los 40 días de nacido, la suegra, en pleno aguacero, la echó para la calle con esa criatura. Y bueno, volvimos y le abrimos las puertas de la casa. Eso sí, ella estuvo bien como hasta los siete meses, muy pendiente del niño, le hacía sus cositas, hasta la primera vez que salió y, hasta ahí, la “perdimos” de nuevo. Ya se iba con él para la calle… Una vez, casi nos lo quita la Policía, a mi hermana le tocó volar y, como ella tiene los documentos del Bienestar Familiar, presentó los papeles y le entregaron al niño. Entonces empezó otra vez a irse y ya el niño prácticamente se quedó acá en la casa y, pues, a ella nos tocó “sacarla de acá” a raíz de todos los problemas que ocasionaba”. 

Deisy se refiere a que, como familia, tomaron la decisión de adecuarle un espacio al exterior de la vivienda donde residen, para que ella permanezca cerca cuando decide volver a casa, pero sin afectar la convivencia del hogar.

Un par de años después, Yesika nuevamente quedó en embarazo y, cumplido el tiempo de gestación, nació su segundo bebé. “Al principio, yo me hice cargo del hijo mayor, porque mi hermana Ana Lucía vivía en Piedecuesta, pero, por lo de la pandemia, ella regresó nuevamente acá (a Floridablanca), y ya lo tiene a su cuidado y yo estoy a cargo del más chiquito. Gracias a Dios, ninguno de los dos niños ha presentado problemas de ansiedades, ni nada. Aunque cuando estaba embarazada del mayor casi no consumía (drogas), pero cuando el más pequeño sí, todo el tiempo”. 

Teniendo en cuenta las condiciones psicosociales de la madre y sus hijos, desde su EPS, Coosalud, se les ha realizado seguimiento permanente del estado de salud de ambos menores, incluidas visitas domiciliarias periódicas a través de la IPS Salud Familiar. 

Aun cuando tiene experiencia en el cuidado de bebés, porque tuvo hijos biológicos que ya son mayores, Deisy fue ingresada al programa denominado ‘madre canguro’, a través del cual se le hace un acompañamiento especial al crecimiento y desarrollo de los neonatos, con el fin de disminuir riesgos en su salud. “Están muy pendientes del bebé, de su desarrollo, a mí me instruyen, me dicen cómo debo cuidarlo, le mandan exámenes, ecografías en la cabecita, exámenes para el oído, para la vista… Hace unos días tuvo un examen facial, donde lo revisaron a profundidad. También está recibiendo terapia, porque a veces el niño como que se tensiona. Se las hacen prácticamente cada 15 días, con movimientos, en las piernitas, en los piececitos, en los brazos, le hacen ejercicios de gateo”, explica Deisy. 

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Deisy con su niño en brazos

Además, destaca las atenciones para Yesika: “Les facilitan mucho las citas médicas, están pendientes, han tenido seguimiento con ella, pero es que ella no hace caso, es una niña muy terca, no obedece —recalca, y se le corta la voz cuando lo dice—. Incluso, se le sacan las citas médicas y las pierde, porque se desaparece. A ella le han ofrecido que la llevan a estos centros para que se recupere y salga de esa vida que tiene, que se presente voluntariamente, pero ella no quiere hacer caso, no se deja ayudar”.

No obstante, Deisy guarda la esperanza de que su sobrina, de 31 años, entre a rehabilitación y pueda criar a sus pequeños. Entretanto, por el momento, se siente satisfecha por la labor que desempeña como madre sustituta. “Es una gran responsabilidad que tenemos mi hermana y yo y, como familia, con estos dos niños, pero, mire, créame que Dios es grande y maravilloso, nosotros tenemos un respaldo de Dios. Estamos haciendo algo bueno y Dios algún día nos va a dar la recompensa”.

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